El 16 de mayo salió a la venta en España el último libro de Dan Brown, Inferno. Acto seguido se hizo pública una noticia bastante peculiar relativa a la traducción de la novela. Les proponemos un extracto del artículo publicado al respecto en El Huffington Post:

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«11 personas dos meses trabajando en un búnker de hormigón, con 2 vigilantes para controlarles en todo momento, aislados de toda conexión durante más de 10 horas de trabajo al día y sin permiso para contar a nadie qué estaban tramando allí abajo. Podrían ser los ingredientes del último thriller en llegar a las librerías, pero son sólo parte de la rutina a la que se sometieron por contrato los traductores de las ediciones internacionales del nuevo libro de Dan Brown, Inferno. “Las condiciones del contrato eran buenas y parecía casi una película. Eran sólo dos meses alejado de familia y amigos, así que lo vi como una experiencia bonita e irrepetible”, cuenta por teléfono Aleix Montoro (Barcelona, 1975), traductor al castellano de Inferno. […]”Sabíamos que la rutina sería de trabajar y trabajar. El espacio estaría abierto de 9 de la mañana a 9 de la noche y que luego dormiríamos en un hotel. Lo que no sabíamos era cómo nos las arreglaríamos con las cosas de la vida cotidiana, como comer y cenar, ni dónde estaba la sala secreta ni el grado de vigilancia que tendríamos”, explica Montoro. […] Su lugar de trabajo estaba en los sótanos del edificio de Mondadori en Milán, una construcción de hormigón del fallecido arquitecto brasileño Oscar Niemeyer. “En cuanto vimos la sala todos la llamamos al momento búnker, porque aunque tenía una ventana también miraba a muros de hormigón”, dice. Allí entraban sin móvil y no tenían internet. Era la ‘zona secreta’, con dos vigilantes siempre presentes, donde pasaron dos meses, de febrero a abril, de 9 de la mañana a 9 de la noche y de lunes a domingo. Podían hablar entre ellos y hacer cuantas pausas quisieran para descansar, ir al baño, fumar, comer o pedir el móvil para llamar por teléfono fuera de la sala. Todos sus movimientos de entrada y salida quedaban registrados en un cuaderno por los vigilantes.»

La revista italiana TV Sorrisi e Canzoni publicó una entrevista a los traductores, realizada poco antes de que dejasen definitivamente el búnker. Resumiendo y agrupando las respuestas de estos profesionales, podemos decir que la oportunidad de trabajar junto con otros compañeros fue valorada positivamente, aunque al principio resultara raro y algo incómodo para personas que están acostumbradas a traducir solas en sus casas (cada uno con sus costumbres y manías: descalzos, fumando, con la música muy alta etc.). Lo que más echaron de menos fueron la familia y la libertad, cosa esta última a la que todos los trabajadores freelance otorgan un valor inconmensurable. Y lo primero que tenían pensado hacer al volver a sus casas, a parte de disfrutar de sus seres queridos o recuperar las mascotas dejadas al cuidado de algún familiar, eran todas actividades relacionadas con el descanso y el relax.

Acostumbrados a largas horas de trabajo solitario y a veces monótono, nuestra primera emotiva reacción fue pensar que también los traductores podemos “vivir peligrosamente”, pero nos duró poco: nos tememos que todo esto haga parte de una más que planeada operación de marketing.

Fuentes: huffingtonpost.es/2013/05/17/inferno-dan-brown
sorrisi.com/2013/04/23/dan-brown-la-parola-ai-traduttori-di-inferno