En los últimos años es muy común escuchar, en el mundo de la traducción, el término localización. Para entender de qué se trata, hemos cogido ideas de ¿Traduces o localizas? La localización, futuro y presente de la traducción de María Teresa García-Saavedra Valle y del artículo Introducción a la localización, su presencia en el mercado y su formación específica de Juan José Arevalillo, publicado en La Linterna del Traductor.
Tal y como la define LISA (Localisation Industry Standards Association), localización es el proceso consistente en la adaptación de un producto, a menudo, aunque no siempre, una aplicación informática o un componente de un equipo para satisfacer los requisitos idiomáticos, culturales y de otro tipo aplicables a un entorno o mercado de destino específico. Generalmente, este proceso conlleva el uso de herramientas informatizadas especiales.

El paso desde la traducción tradicional hasta la localización puede considerarse como inconsciente y prácticamente forzado. A finales de los años 80, si bien se realizaban ya tareas típicas de la localización, los traductores no eran conscientes de ello. Cuando se precisaba una traducción, se solían tener dos opciones: o bien se requería una traducción literaria o traducción científica (y en este ámbito se engloba una amplia variedad de especializaciones).

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Los traductores científicos traducían todos los tipos de manuales que les pedían y lógicamente empezaron a ser los primeros candidatos para traducir las incipientes solicitudes de software. Evidentemente los conocimientos informáticos se hicieron necesarios y los traductores tuvieron que aprender a luchar con el mundo de la tecnología. En muchos casos, informáticos con conocimientos de idiomas decidieron introducirse en el mundo de la localización.

Pero, ¿en qué difiere exactamente la localización de la traducción tradicional? Principalmente, en el ámbito de la aplicación. Cada localización conlleva la típica tarea de traducción; sin embargo, debe quedar claro que la traducción supone una sola etapa del proceso de localización, ya que entran en juego también la ingeniería del programa, las pruebas, la maquetación y otros procesos como la propia gestión del proyecto y el control de calidad. Desde el punto de vista lingüístico, contrariamente a lo que muchos profesionales podrían pensar, la traducción del mundo de la localización entraña muchas dificultades. Si bien es cierto que las instrucciones contenidas en un manual no recogen complejas sintaxis o estructuras gramaticales, el traductor se enfrenta al problema opuesto: sintetizar en pocas palabras órdenes mediante las que el usuario se supone que debe comprender cuál es la acción que debe ser realizada, así como el reducido espacio físico en el que en muchas ocasiones el traductor debe expresar una idea. Otra diferencia clave entre traducción y localización estriba en el hecho de que la traducción tradicional suele ser una actividad que se afronta después de que se ha finalizado un documento en cuestión. En cambio, los proyectos de localización a menudo se ejecutan en paralelo con el desarrollo del producto en sí para permitir la salida simultánea al mercado de varias versiones idiomáticas del producto.

La localización incluye la traducción de literatura, manuales, folletos, sitios web, cartas comerciales, software, procesos internos, atención al cliente, términos y condiciones de los contratos de productos, etc., en definitiva un campo de traducción mucho más amplio de lo que se podría pensar en un principio. La localización, en definitiva, es una especialización de la traducción en la que se engloba prácticamente cualquier tipo de traducción.

Fuentes: cvc.cervantes.es/lengua/esletra/pdf/01/029_garcia
traduccion.rediris.es/8/loca0.htm