Un famoso poema de John Donne (poeta metafísico inglés, 1572-1631) empieza con el verso “Ningún hombre es una isla”; esta frase nos ha sugerido una reflexión sobre la importancia del compañerismo, en nuestro caso restringido a la relación entre profesionales de la traducción. Dado que no somos islas, a lo largo de nuestra vida entramos en contacto con otras muchas personas en diversos ámbitos, desde que iniciamos nuestra fase educativa en la guardería, hasta llegar a la universidad. Más tarde, a lo largo de la etapa profesional, compartimos el día a día con los compañeros de trabajo.

En el caso de los traductores, el compañerismo del gremio va más allá del mero hecho de pertenecer a una misma empresa (ya que muchas veces los traductores trabajan por cuenta propia “encerrados en sus casas”) o compartir un mismo proyecto.
Por supuesto no queremos dibujar nuestro sector como un mundo color de rosa poblado de buenas personas, porque en cambio es como la vida misma. Hay personas que tienden a pensar que los compañeros de profesión son sus enemigos, presionados por la posibilidad de perder un encargo. En realidad, es todo lo contrario, y afortunadamente por experiencia podemos afirmar que la mayoría de traductores percibe el compañerismo como un concepto positivo.

Hay veces en que una frase nos lleva por el camino de la amargura, porque no estamos inspirados o porque no lo estaba el autor del texto de origen cuando la escribió; por mucho que existan infinidades de diccionarios y recursos, en la mayoría de los casos la ayuda más valiosa nos puede llegar de un compañero de profesión. Si reconocemos nuestros límites y pedimos consejo, no estamos siendo poco profesionales, sino todo lo contrario; además, esta capacidad de solicitar la ayuda de los demás nos permite ver que hay gente dispuesta a sacarnos las castañas del fuego de forma generosa. Normalmente se sigue la regla de «hoy por ti, mañana por mí», porque todos sabemos que los obstáculos en la traducción son constantes y cada vez nuevos, así que un día pediremos ayuda y otro día seremos nosotros los que sacaremos de un apuro a un compañero.

La mayoría de las veces los traductores no se conocen personalmente, porque el contacto suele funcionar a través de listas de distribución, foros y blogs, pero a menudo esa persona (o esas personas) se convierte en alguien muy cercano, lo más parecido a un amigo que se pueda tener bajo estas circunstancias peculiares. Lo que está a la base de esta colaboración es un interés común muy importante: la salud de la profesión, su nivel de calidad, su reconocimiento público. Aunque en algunos momentos seamos competencia, al fin y al cabo somos parte de un engranaje mucho más grande, que si funciona correctamente nos beneficia a todos.

Fuentes: algomasquetraducir.com
michelinoaldana.blogspot.com