«Toda la tierra tenía un solo idioma y las mismas palabras.

Pero aconteció que al emigrar del oriente, encontraron una llanura en la tierra de Sinar y se establecieron allí.

Entonces se dijeron unos a otros: “Venid, hagamos adobes y quemémoslos con fuego.” Así empezaron a usar ladrillo en lugar de piedra, y brea en lugar de mortero.

Y dijeron: “Venid, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo. Hagámonos un nombre, no sea que nos dispersemos sobre la faz de toda la tierra.”

Jehovah descendió para ver la ciudad y la torre que edificaban los hombres.

Entonces dijo Jehovah: “He aquí que este pueblo está unido, y todos hablan el mismo idioma. Esto es lo que han comenzado a hacer, y ahora nada les impedirá hacer lo que se proponen. Vamos, pues, descendamos y confundamos allí su lenguaje, para que nadie entienda lo que dice su compañero.”

Así los dispersó Jehovah de allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad.

Por tanto, el nombre de dicha ciudad fue Babel, porque Jehovah confundió allí el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los dispersó sobre la faz de toda la tierra.»

El mito de la Torre de Babel nos podría proporcionar un chiste fácil sobre lo bien que le vino a nuestro gremio la acción de Jehovah, pero en un contexto más serio nos permite hacer consideraciones diversas.

Al margen de nuestros intereses, un mundo en el cual la comunicación fuera más sencilla y directa podría ser un lugar menos problemático; por otra parte en demasiadas ocasiones asistimos a situaciones en las que, aunque las personas hablen el mismo idioma, no hay comunicación ni entendimiento. Al mismo tiempo creemos que el esfuerzo que supone comunicarse con personas que hablan otro idioma lleva en sí un valor positivo, ya que cuando decidimos intentar superar la barrera lingüística significa que realmente estamos deseando esa interacción. Además, como no nos cansamos de decir, por nuestra experiencia podemos afirmar que la variedad lingüística supone una riqueza cultural y personal que habría sido una pena perder.

Fuente: sobreleyendas.com