En los últimos años la importancia de la traducción jurídica (o legal) ha aumentado de forma considerable por diferentes motivos: por un lado, el comercio internacional implica la firma de contratos de compraventa, de transporte, de seguros, de representación comercial etc. Por otra parte, la creación de bloques político-económicos que intentan desarrollar sistemas jurídicos comunes ha supuesto un gran impulso para la traducción jurídica. El ejemplo más importante quizás sea el de la Unión Europea, que está trabajando para armonizar los distintos sistemas y crea normas jurídicas de aplicación obligatoria para los quince países miembros que, obviamente, hay que traducir. Además, la creciente movilidad de la población mundial ha generado relaciones jurídicas y administrativas que necesitan ser traducidas.

Traducciones Legales

La traducción legal, como su mismo nombre indica, se ocupa mayormente de textos relacionados con la disciplina de Derecho. Ahora bien, encontrar textos que se refieran exclusivamente a una categoría temática es difícil. Un texto jurídico puede presentar solapamientos con otros tipos de textos a nivel de campo temático. Pensemos por ejemplo en los contratos de compraventa de maquinaria industrial que contienen extensas especificaciones técnicas. También es importante subrayar la fuerte relación que se observa en los textos legales entre conceptos puramente jurídicos y conceptos mercantiles o comerciales y administrativos.

En general, la responsabilidad del traductor al enfrentarse a un texto debe llevarlo a una comprensión excelente de lo que traduce para poder transmitirlo a una nueva audiencia. En el caso del traductor del derecho, la transmisión de información se produce entre dos sistemas jurídicos diferentes, y estos sistemas a veces incluso proceden de dos familias jurídicas diferentes, donde las coincidencias entre modos de organizar la experiencia humana, conflictos y posibles soluciones son mínimas. Además, los documentos de los que se ocupa la traducción legal suelen estar redactados con un lenguaje complicado y sofisticado, que contiene gran cantidad de conceptos jurídicos complejos que no se usan en la vida ordinaria; la importancia de trasladar adecuadamente dichos conceptos es fundamental, pues de ellos se derivan efectos legales para las partes que el traductor tiene que saber reflejar. Es evidente por lo tanto como en el caso del traductor jurídico, más que en otros ámbitos de la traducción, sea fundamental una formación específica. El traductor del derecho necesita unos conocimientos básicos (por ejemplo: los grandes sistemas jurídicos, las ramas del derecho con mayor volumen de traducción, los agentes del derecho) y, dada la complejidad de la disciplina, es aconsejable una especialización en determinadas áreas para poder garantizar un trabajo de calidad.

Fuentes: cvc.cervantes.es; repositori.uji.es; ugr.es