Como demostración de que el lenguaje los definen los hablantes, podemos recurrir a la vigésimo tercera Edición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, que verá la luz el próximo octubre. Rafael Saravia, en el Diario de León, explica muy bien el concepto:

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« […] Así, se asume que definiciones sociales —y por tanto lingüísticas—, tan increíbles como por ejemplo la sexta acepción de la palabra Femenino (adj. débil, endeble), desaparezcan de nuestro diccionario. Y, como bien explican los responsables, no desaparecen por ser los académicos inquisidores en pro de la moral o los valores de una sociedad, sino porque la propia sociedad reconoce que ciertas definiciones (como la anterior) no corresponden a la realidad que vivimos hoy en día.

[…] Se agradece enormemente que esta institución se haya quitado los hábitos y sea tan sólo oteadora de la realidad que las sociedades imponen en su lengua, sin juzgar el valor de las palabras, tan sólo dando testimonio de ellas y su frecuencia.

[…] El DRAE ha de ser fiel a la lengua, a su realidad; y los valores que la lengua ordena hemos de ser todos nosotros, a base de costumbre y concienciación los que los cambiemos para mejorar la definición de nuestros pensamientos.

[…] Ya saben: el lenguaje, como dijo el gran lexicógrafo Samuel Johnson, es el vestido del pensamiento.»

Todavía hay que esperar unos meses para poder consultar el nuevo diccionario, pero podemos adelantarles algunas de las palabras que se incluirán: bótox, pilates, precuela, feminicidio, hacker, hipervínculo, multiculturalidad, bloguero, chat, friki, espanglish, tableta electrónica.

Otras, como vintage, pibón, link, o clicar están siendo todavía estudiadas para decidir si tienen derecho a ingresar en grande libro alfabético… ¡suerte a todas!

Fuente: diariodeleon.es, milenio.com/cultura