La traducción jurada es aquella que adquiere carácter de documento oficial al incluir el sello y la firma del traductor que ha sido, previamente, nombrado públicamente por el Ministerio de Asuntos Exteriores, habilitándole para que certifique la corrección del trabajo y su validez legal.

Que una traducción sea jurada no la hace mejor; la convierte en documento oficial. Es decir, dos documentos siendo iguales (misma calidad de traducción, idéntico nivel de fiabilidad), pueden distanciarse por el hecho de que uno de ellos contenga el sello y la firma del traductor jurado y el otro no. Las escrituras de una sociedad o un certificado de matrimonio, por ejemplo, sin contener sello y firma del traductor jurado, no tienen validez en otros países. Por ello es necesario que sea un profesional habilitado para ello el que traduzca y certifique el contenido del texto y su validez legal.

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Los traductores jurados son profesionales que pueden conseguir su nombramiento por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores; bien a través de examen convocado por ese ministerio; bien al obtener el título de traductor intérprete jurado como licenciados en traducción e interpretación; bien al ser reconocidas sus cualificaciones profesionales obtenidas en otro país de la Unión Europea o del Espacio Económico Europeo. Son profesionales con un alto grado de capacitación que les permite realizar traducciones juradas de cualquier tipo de documento legal. Los más habituales son certificados académicos, de matrimonio, de antecedentes penales, de nacimiento o defunción; títulos universitarios; contratos de trabajo; documentos de carácter personal como pueden ser el DNI o el libro de familia; y, en el ámbito empresarial, todo tipo de documentos como escrituras o poderes.

Actualmente, la importancia de este tipo de profesionales es enorme, dada la estructura del mercado y de la sociedad global. Casi todo está internacionalizado y eso hace que el movimiento de documentación entre países sea muy alto.

Las traducciones juradas llevan en cada una de sus páginas la firma, el sello y la certificación del traductor, por lo que son perfectamente reconocibles. El traductor se hace responsable de la veracidad del documento una vez firmado y sellado. En algunos casos, se debe acompañar, todo ello, por la Apostilla de La Haya que certifica la correspondencia de los datos con un traductor jurado habilitado en España.