No todos los textos exigen del traductor las mismas habilidades y competencias: puede parecer una frase obvia para quienes conocen de cerca nuestro sector, pero nos parece muy importante recordarla y tenerla en cuenta a la hora de encargar un trabajo de traducción.

En el caso de los textos técnico-científicos, hacen falta conocimientos especializados, entre otras habilidades. Estos textos se pueden considerar pragmáticos, puesto que su objetivo básico es transmitir información y tienen una aplicación práctica o inmediata. El discurso científico, en oposición al discurso literario, se caracteriza, en términos generales, por la presencia de un lenguaje más bien denotativo y cuyo mensaje se centra en una realidad más o menos objetiva. Su propósito principal es comunicar información y suele originar una sola interpretación del mensaje.

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Hasta hace relativamente poco, «la mayor parte de las traducciones de ámbito técnico-científico ha corrido a cargo, casi de forma exclusiva, de los profesionales de las distintas ramas de la ciencia: los químicos trasladaban los textos de química; los médicos, los de medicina, etcétera. En el momento actual, con el surgimiento y desarrollo de los estudios de traducción, de las primeras escuelas y facultades, nos encontramos en una situación mixta: de un lado, los profesionales de la traducción, y, de otro, los de la ciencia, que actúan como traductores ocasionales o no tan ocasionales».

Como siempre cada posibilidad conlleva ventajas y desventajas. «En general, los trabajos realizados por profesionales de la traducción, que no lo son de la ciencia, presentan dos grandes tipos de problemas: unos son los originados por la no comprensión del texto, […] que en muchas ocasiones es consecuencia de la falta de conocimientos propios de la parcela del saber a la que tal texto pertenece, lo que llega a originar traducciones absurdas; otros son los derivados del desconocimiento de la terminología y la fraseología propias del ámbito de procedencia del texto, lo que puede dar lugar a traducciones no siempre llamativamente absurdas, pero sí, al menos, incomprensibles o imprecisas. […] Es justo reconocer que la situación tampoco puede calificarse de excelente cuando es el profesional de la ciencia, sin otra preparación auxiliar, el que realiza las traducciones. En este caso, es esperable que comprenda el contenido del texto que va a traducir, pero no lo es tanto que lingüísticamente esté capacitado para salir airoso del paso. Generalmente, a los científicos, los problemas lingüísticos les llaman más bien poco la atención. […] Menos aún les importan, a gran parte de ellos, las construcciones sintácticas. […]

Una posible vía de solución podría ser conseguir especialistas de traducción con una doble, incluso triple, competencia».

Resumiendo, los conocimientos teóricos y prácticos de un traductor han de ser tan amplios como le sea posible, pues no hay ninguna duda de que cuanto más sepa de todo, mejor traductor será.

Fuentes: La Linterna del Traductor nº 1; onomazein.net/7/traductor.pdf