Un artículo de Joaquín Rábago que salió el pasado 6 de junio en La Opinión de Tenerife nos vuelve a hacer reflexionar sobre el tema de los extranjerismos, sobre todo los que vienen del inglés de Estados Unidos. Les proponemos una parte del texto:

extranjerismos

«Ya lo dijo en una famosa frase Antonio de Nebrija en la dedicatoria a la reina Isabel I de su Gramática Castellana, publicada por cierto el año del Descubrimiento: “Siempre fue la lengua la compañera del imperio”. Hoy el imperio ya no lo es por la fuerza de las armas sino por la economía, la publicidad, el comercio, la capacidad de innovación tecnológica y, en general, la difusión de la cultura de masas. Y el imperio se expresa en el inglés de los Estados Unidos de América. Hay una invasión de anglicismos. […] De un tiempo a esta parte, debido sobre todo a la velocidad del progreso científico y tecnológico, al ritmo a que se producen inventos y descubrimientos, y al hecho de que el inglés parece haberse convertido en el latín macarrónico de nuestra época –un inglés meramente instrumental y casi esquelético, sin alma– la invasión de palabras o expresiones sencillamente tomadas de ese idioma sin buscarles equivalentes o adaptarlas al nuestro está llegando a extremos casi nauseabundos. […]Mucho tiene que ver todo esto con la publicidad y con los medios de comunicación, la pereza o simple ignorancia de algunos de los que trabajan en ellos, que utilizan palabras tomadas directamente del inglés sin preocuparse de buscar o, si no los hay, inventar incluso equivalentes. Otras veces se trata de simple afectación o esnobismo en un país donde el conocimiento de otros idiomas ha sido hasta hace poco una rareza y muchos se contentan con un nivel rudimentario de inglés. Y están también las malas traducciones de textos literarios o científicos y los espantosos doblajes de algunas películas. Algunos de quienes se dedican a esos menesteres demuestran a veces una doble ignorancia: de la lengua de la que traducen y, lo que es aún más grave, de la propia.»

Inevitablemente nos hemos dado por aludidos, pero lejos de ofendernos y desmentir la afirmación relativa a la responsabilidad de los traductores, nos duele tener que admitir que en muchas ocasiones las traducciones han sido culpables de un abuso injustificado y de la consecuente difusión de los anglicismos. En la base que cimenta nuestra opinión hay una verdadera pasión por los idiomas y la creencia de que el idioma que hablamos tiene el poder de “dar forma” a nuestras mentes; por eso celebramos la riqueza y diversidad lingüística y del pensamiento y nos preocupa que la uniformización de las lenguas conlleve un empobrecimiento de nuestro idioma y por consecuente de nuestras ideas y culturas. El abuso de anglicismos, o de cualquier otro extranjerismo, en las traducciones nos parece por lo tanto imperdonable, sea por falta de competencia, sea por apuntarse a una moda que esperamos sea pasajera.

Fuentes: http://www.laopinion.es/opinion/2013/06/03/ingles-invade/479204.html