En el libro Babel no more el escritor, periodista y lingüista Michael Erard aviva el debate relativo a la capacidad humana para aprender, recordar y emplear los idiomas. ¿Cuáles son nuestros límites en este ámbito? El libro intenta contestar la pregunta a través del resultado de la búsqueda por todo el mundo de personas que conocen un mayor número de lenguas.

Unos ejemplos: Graham Cansdale, que debido a su papel de traductor en la Comisión Europa, es capaz de defenderse en 14 idiomas distintos, así como entender otros tantos. John Vandewalle, que en 1987 se alzó con el premio al mayor políglota en la ciudad de Flandes, después de demostrar que era capaz de defenderse en más de 22 idiomas diferentes. Los casos más llamativos quizá sean los de Ken Hale y el cardenal Giuseppe Mezzofanti, que con sus más de cuarenta idiomas hablados encabezan el ranking de Erard. El primero fue un lingüista del MIT de Massachusetts (falleció en 2001) y el segundo un cardenal y lingüista italiano que vivió durante los siglos XVIII y XIX.

Volviendo a la habilidad con las lenguas, algunos neurocientíficos afirman que no existe un límite para la cantidad de idiomas que podemos aprender, más allá del tiempo que vivamos. Sin embargo, factores externos como la necesidad de utilización de dicha lengua o internos como la facilidad personal para adquirir un nuevo idioma o la motivación para hacerlo resultan clave en los casos expuestos en el libro. La mayor parte de estos hiperpolíglotas no superan la barrera de las quince lenguas; más allá, resulta muy complicado conocer en profundidad otra lengua.

Quizá sea necesario recordar la tesis de Hale, que consideraba que uno solo puede afirmar saber una lengua cuando conoce todas las implicaciones culturales que existen en la misma. Esta reflexión es muy relevante para los que nos ocupamos de traducción. Podemos afirmar con bastante seguridad que en nuestro sector no ha existido ninguna época en que los traductores no hayan sido conscientes de las diferencias culturales y de su importancia en la traducción. Los teóricos del sector han reflexionado sobre estos problemas a partir por lo menos de la Antigua Roma, y es muy probable que los traductores ya conociesen la trascendencia de estos problemas mucho antes que se pusiesen negro sobre blanco. De ahí la importancia de escoger profesionales que traduzcan a su idioma nativo y que tengan un buen conocimiento de la cultura del idioma del texto origen, porque traducir no es solamente un asunto de palabras.

Link relacionados: babelnomore.com; michaelerard.com

Fuente: elconfidencial.com