Siguiendo el tema de nuestra última entrada, relativo a la colaboración entre traductores, queremos comentar un concepto que a día de hoy está presente prácticamente en todos los ámbitos profesionales: el trabajo en equipo. Las virtudes del trabajo en equipo se alaban cada vez más, y es que efectivamente un grupo puede alcanzar objetivos que los individuos por sí solos no llegan a conseguir.
El psicólogo Guillermo Ballenato Prieto, en su libro Trabajo en equipo. Dinámica y participación en los grupos, considera que “el trabajo en equipo es una inversión en futuro, un pilar fundamental del progreso social y del desarrollo humano, tanto personal, como académico o profesional. Pero, en ocasiones, puede resultar especialmente difícil o complejo”. Para intentar que lo difícil y complejo se reduzca al mínimo, lo primero es formar el equipo con atención siguiendo determinados criterios, porque de lo contrario es posible llegar al resultado opuesto, o sea que las incomprensiones y desavenencias internas al grupo influyan negativamente en la calidad del trabajo.
En traducción, una profesión tradicionalmente individualista, también hay ocasiones en que el grupo resulta ser más efectivo que el individuo. Como comentamos en la entrada anterior, muchas veces necesitamos un consejo, una sugerencia, una idea o una solución a la que nos resulta imposible llegar solos. Pero una cosa es desarrollar un trabajo autónomamente pidiendo la esporádica intervención de un compañero, y otra cosa bien distinta es trabajar en equipo.
Es difícil definir el número ideal de componentes del grupo, porque claramente depende del cometido en cuestión. De todas formas, sea cual sea el número de participantes y con independencia del método seguido, hay cosas que siempre tenemos que recordar a la hora de trabajar en equipo: lo ideal y lo que hay que buscar es el acuerdo, la aceptación por parte de todos de la solución finalmente elegida. De base tiene que haber un respeto muy profundo hacia el trabajo de los demás, respeto que nos tiene que permitir delegar, dividir tareas y en definitiva renunciar al individualismo típico de esta profesión. Además es fundamental mantener una comunicación fluida entre todas las partes, compartir propuestas, debatirlas y aprender a razonar las decisiones sobre todo cuando no estamos de acuerdo con algo.
Por último, tenemos que recordar que seguimos siendo humanos, por lo tanto no nos vendrá mal relacionarnos con los compañeros de equipo no solo como trabajadores, sino también como personas.

Fuentes: Trabajo en equipo. Dinámica y participación en los grupos, Guillermo Ballenato Prieto