Navegando en la red hemos encontrado una entrevista del año pasado a Carlos Gumpert, escritor y traductor español, que, entre otras cosas, ha traducido obras del autor italiano Antonio Tabucchi. La entrevista tuvo lugar durante Mezz’ora in Italia, un programa radiofónico sobre lengua y cultura italiana realizado en colaboración con el Máster en estudios italianos de la Universidad Autónoma de Madrid.

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La media hora de conversación da para hablar de muchas cosas. Hay algunas reflexiones de Gumpert sobre la profesión de traductor que merece la pena resumir; él se refiere en particular a los traductores literarios, pero los conceptos que están a la base de sus comentarios se pueden aplicar a la profesión en general.

Según Gumpert, traducir es un oficio que tiene mucho que ver con la práctica; en el caso de los que traducen literatura, un mismo profesional suele encargarse de la traducción de varias obras de un autor. Lo que tiene que hacer el traductor en este caso, es buscar la melodía especial de aquel autor, para entrar en sintonía con su estilo y hacer que el resultado de su trabajo sea cada vez mejor.

A la pregunta: ¿puede un escritor ser un buen traductor?, Gumpert contesta sin dudarlo que sí, que además Antonio Tabucchi y su mujer han sido un ejemplo de esto; a la vez quiere desmontar un estereotipo, según el cual solo los buenos escritores pueden ser buenos traductores. Hay varios casos de escritores buenísimos que hicieron traducciones pésimas, y según Gumpert eso se debe a que su “alma de escritores” ha ganado a la de traductores. De hecho, considera que la profesión de traductor conlleva una maldición: al leer un texto normalmente nos sale natural corregirlo; nos preguntamos ¿por qué lo habrá escrito de esta forma? y tenemos la tentación de modificarlo, pero el traductor, para ser calificado como buen profesional, necesita reprimir este instinto.

Aconseja encarecidamente la profesión de traductor, la considera muy fascinante, porque permite entrar en contacto con la escritura y la cultura en general. Cree además que no hay mejor lector que un traductor, pero termina diciendo que es también un oficio muy duro, ya que a día de hoy, sobre todo para los que acaban de entrar en el mercado, cuesta vivir de esta profesión.

Por último comenta que lo más difícil, a la hora de traducir, es saber transmitir el factor cultural que cada texto incluye. Es una dificultad presente en todos los idiomas, no solo en los que vienen de tierras y culturas lejanas. El ejemplo que aporta, y que ha vivido personalmente, es la relación entre italiano y español: muchas veces, al tratarse de dos lenguas “parecidas”, muchos piensan poder traducir esta combinación de idiomas con facilidad. En realidad es un grave error, ya que la dificultad puede llegar a ser incluso mayor, porque hay muchos dobles sentidos, matices y falsos amigos complicados de detectar. ¿La solución que propone? Mucho amor y un profundo conocimiento del mundo y de la cultura que se quiere traducir. El idioma de por sí solo no es suficiente.

Amén.

Fuente: www.circulobellasartes.com/radio_programacion.php?id=101, facebook.com/mezzorainitalia